Las luchas territoriales de unos pingüinos encima de
un glaciar que se derrite.
Mi orgullo de occidental lo encarnan Bach, Mozart o
El Bosco, pero resulta imposible zafarse del rostro colonial e imperialista
explotador e inhumano. Esto que filosofastros recientes llamarán nuestro incomprensible
gusto por el autofustigamiento y la culpa ajena.
Agujeros de gusano que conectan regiones remotas del
espacio-tiempo. O enlazan con otros universos. Viajeros del más allá ¿cuántas
civilizaciones inteligentes habrán alcanzado ya ese desarrollo tecnológico en
el universo? Civilización nuclear de tipo 0, como la nuestra: camino del tipo 1
de viajes interplanetarios e interestelares, pero con el lastre de una
amenazante autodestrucción biológica. Civilizaciones de tipo 2, que controlan
galaxias enteras y usufructúan sus soles. Y civilizaciones de tipo 3: los
señores del hiperespacio, los saltadores de universos. Por si la ciencia se
estaba olvidando de la metafísica.
Las divinidades expresaban la grandiosidad del
mundo, pero este creció tanto en profundidad y distancias que los dioses
tradicionales se enclaustraron en sus viejos mundos de juguete donde aún les
rinden culto los viejos cerebros supersticiosos de juguete.
¿Y el dolor de la vida no conlleva ya en sí mismo un
dolor de miembro fantasma…?
La quiebra de Cajasur de la Iglesia católica: sólo
gente que cree en milagros podía invertir más allá de lo permitido legalmente,
que era ya tremendamente excesivo para cualquier economía seria, en una pantagruélica burbuja
inmobiliaria y pensar que no pincharía nunca ni traería consecuencias por metro
cuadrado, por sagrado que fuese. Como abreviatura de este milagrero
país tradicionalmente nacional-católico.
Animales en el zoo y población civil se aburren, al
intelectual estilo Roland Barthes le duele el tiempo.
Lo fundamental como funda mental.
Incluso al morir dejan las células estructura útil en la compleja
ingeniería de acanaladuras y pasadizos secretos de la corteza del árbol, en
corales o en instrumentos y collares de huesos. La vida recicla hasta la
muerte.
La reciente avalancha del caos: Si añadimos
regularmente granos de arena sobre un montón estable una vez superado un umbral
crítico se producen avalanchas en sus laderas: su pauta, según descubrió P.
Bak, responde a una ley potencial que relaciona inversamente el tamaño de la
avalancha con su valor de frecuencia. A esta misma ley potencial se ajusta la
frecuencia de las extinciones en la historia de la vida y tantos otros
fenómenos caóticos de este creativo mundo nuestro, en derrumbe habitual.
Andar, ese juego que hemos inventado mi despiste y
yo.
Una ciudad y una célula son sistemas energéticamente
abiertos pero organizativamente cerrados. Si bloqueamos el flujo de materia y
energía con el exterior como en aquellas ciudades antiguas sitiadas, el sistema
se desorganiza y muere, señalaba Prigogine. Desde las redes celulares a la
propia biosfera que envuelve la corteza terrestre y marina, hablamos de lo
mismo por sus cualidades auto-poiéticas,
auto-constructivas: células que fabrican nuevas células, máquinas de vapor que
también servían para fabricar nuevas máquinas de vapor y, al igual que las células
tejen la vida, enhebraron la Revolución Industrial, libros que incitan a más
libros, y el resto de la vida en este etcétera.
En la vida hay que elegir entre invertir más en
reproducción o en mantenimiento. Las especies de alto riesgo como las
depredadas apuestan por el poco mantenimiento y la mucha reproducción como
estrategia de supervivencia de especie. Las especies de bajo riesgo al
contrario, son más longevas y optan por reproducirse menos y más lentamente –lo
cual eventualmente puede alargar la crianza, el aprendizaje social y la
inteligencia general de la especie–. De la longevidad
en vuelo: asimismo las aves viven más que los animales subterráneos, y las
que vuelan viven más que las que no vuelan, por más que corran.
La diagonalización permitió a Cantor demostrar que
había listas infinitas que se dejaban fuera infinitamente más números aún.
Apareció la jerarquía de los transfinitos. Permitió a Turing demostrar la
indecidibilidad de ciertos cálculos computacionales: la imposibilidad de la
máquina que lo resuelve todo. Y el platónico Gödel la empleó en demostrar la
incompletud de cualquier sistema demostrativo que pretendiese abarcar la
aritmética, y desde ahí cualquier teoría matemática superior. El sistema
produce en su interior verdades indemostrables (a no ser que resulte
inconsistente y deduzca epidémicamente infinidad de falsedades y
contradicciones). Luego venimos los que leemos en diagonal, en una línea
crítica semejante.
Nos quedaremos quinientos millones a finales de este
siglo, decía Lovelock. ¿El número de agentes inteligentes que precisa la noosfera para amplificar su conciencia
planetaria sin desembocar en un cáncer ecosistémico que resultara fatal para la
perpetuación de los cerebros, y de sus chismes? Y así el británico Lovelock
quizás insinúa sin saberlo que la lógica cribadora del capitalismo tecnológico
constituya un mecanismo natural de la evolución planetaria que va desde el
antiguo mundo de la energía viva al mundo de la energía consciente. La lógica
motora de este mundo de hombres maquinales y máquinas humanizadas.
Shakespeare y su mirada lúcida sobre viejos héroes e
historias antiguas. En su Troilo y Cressida narra la muerte de Héctor de forma
muy diferente a la homérica. Ahora la vanidad de Héctor le hace despojarse de
su armadura en plena batalla por colocarse otra más lustrosa de un enemigo
caído. El mezquino Aquiles lo ve y manda a sus mirmidones a matarle. Luego les
ordena que propalen el bulo de que el heroico Aquiles lo mató en un cuerpo a
cuerpo. Shakespeare nos está diciendo: Apuesto
a que lo ocurrido se pareció más a mi invención que a la épica homérica, pero
la Historia la escribieron los aqueos.
Voladura de década, cielo atronado de
heridas de purpurina, gentío de fiesta que da la espalda un rato al futuro.
General Motors, Firestone y las petroleras
norteamericanas, bajo el paraguas estatal de la red de autopistas, optaron a
comienzos del siglo XX por el utilitario de gasolina antes que por el coche
eléctrico, entonces ya inventado, o antes que por el transporte público como el
tranvía, que se empeñaron en desmantelar. Un gran negocio que hoy constituye un
gran factor explicativo del dilema medioambiental, de nuestras jerarquías
sociales en torno al acceso al transporte o del modelo caótico de conurbación difusa de nuestras urbes
megalómanas.
En la especie humana el macho también ejerce la
selección sexual a la hora de reproducirse, y no solo las hembras como
habitualmente. Esto vuelve el juego más interesante y complejo que lo que se
desprende de las habituales explicaciones al respecto de los neodarwinistas,
que precisamente introdujeron estos imaginativos conceptos –competición
espermática, selección sexual o guerra de sexos- que hubiera suscrito el propio
Freud.
Vernos reflejados en la apoptosis o suicidio colectivo celular.
Dice algún neurólogo que ha llegado la hora
científica de desembarazarnos del concepto de libertad consciente, de la
ilusión de que decidimos barajando explícitamente nuestras alternativas.
Resulta probado que nuestro cerebro decide siempre unas décimas de segundo
antes de nuestras digresiones conscientes. Pero si lo decide mi cerebro ¿no
resulta ser finalmente mi decisión,
no la tuya…?
“Seres vivos como aeropuertos”: científicos
españoles brillantes de los que mayoritariamente trabajan en el extranjero -especialmente
en EEUU como en este caso- porque no se resignan a quedar reducidos a becarios
patriotas, descubren que en el ecosistema las especies se organizan en módulos y
nodos de manera análoga a como nuestros aeropuertos regulan el tráfico aéreo.
Dicen los autores del complejo algoritmo que las especies, animales y
vegetales, se organizan en bloques, en compartimentos ecológicos, y las que
comparten vecindad modular muestran una fuerte interdependencia mientras que
las modularmente alejadas apenas se relacionan. Esto significa, entre otras
cosas, que no todas las especies poseen el mismo peso en la arquitectura
ecológica. La desaparición del conejo o de la abeja provocaría un efecto dominó
de extinciones, por ejemplo de predadores que dependen del primero, o flores y
apicultores en el caso de la segunda.
Importa pues el peso estratégico: el grado de percolación, de
interconectividad de cada especie. Ese número interesa más para determinar la
gravedad del ritmo de extinciones en curso que el número o proporción de
extinciones en bruto. No sabemos demasiado con sólo predecir que desaparecerán
un tercio de las especies conocidas sin especificar qué ocurrirá con las
especies clave. Pero a las abejas, en efecto, no parece irles miel sobre
hojuelas.
Líder ultraderechista
español que organiza manifestaciones por el cierre de fronteras y la expulsión
de inmigrantes –resulta no tener escrúpulos si se trata de enriquecerse en sus
locales con el negocio de la explotación y prostitución de inmigrantes por
parte de las redes mafiosas de sus países. Y esta forma de entender la vida, su
ideología campante copa hoy en España una buena ración de espacio televisivo.
Vida es lo que desborda cíclicamente los diques de
nuestros esquemas y proyectos, el cisne negro que conculca nuestras estrategias
de vida.
La ciencia propone modelos explicativos siempre limitados, y
provisionales. El modelo newtoniano, no obstante, resulta todavía el más útil
si pretendemos poner en órbita una sonda espacial, como el anticuado modelo
atómico de Böhr aún resulta eficaz si pretendemos leer el código de barras, las
líneas espectrales de materiales calientes como el sodio, señala Gribbin. El
propio Böhr convirtió la mecánica cuántica en un ejercicio científico
autorreflexivo incidiendo en la complementariedad de resonancias taoístas (véase vg., la dualidad onda-partícula: depende de cómo
formulemos la pregunta la Naturaleza se ajusta al modelo ondulatorio o al
modelo de partículas)
La famosa ecuación de Einstein e=mc2, más manejable como m=e/c2 si queremos indicar cómo se fabrican partículas
materiales a partir de la energía. El denominador velocidad de la luz al
cuadrado requiere una ingente energía e para lograr un mínimo de polvillo
material. Es a lo que se dedican nuestros enormes colisionadores de partículas.
Weinberg tuvo que defender en el congreso norteamericano el paralizado proyecto
del supercolisionador, a medio construir, apelando a su valor
histórico-arquitectónico equiparable al de las antiguas pirámides egipcias. Sin
éxito. Las subvenciones empezaban ya a desviarse hacia la biotecnología o las
telecomunicaciones. Pero eso no ha impedido a Higgs, aunque para el gravitón se
vayan a requerir vías alternativas.
Como un juego de
espejos enfrentados, pretender alcanzar el fondo infinito del otro implica
adentrarse simétricamente en el propio infinito interior, con el consiguiente
peligro de desorientación permanente: es la consecuencia, en forma de agujero
negro subjetivo, de que la traición sea la otra cara inexorable de la confianza
y la cooperación.
La molécula que borra recuerdos, ligada a nuestro
propio sistema cannabinoide, en algún caso muy cercano agotado por
sobreexplotación.
Solemos olvidar continuamente que estamos siempre
recordando.
El predominio evolutivo de la organización espacial
en nuestra memoria, antes que la auditiva o incluso la conceptual. No en vano
la primera regla mnemotécnica que la Historia recuerda, hace 25 siglos en la
antigua Grecia, es la regla de los
lugares de Simónides de Ceos, que organiza espacialmente los contenidos en
una habitación imaginaria.
Construyendo una vida en su imaginación mientras la
vida lo imagina a él.
Los recortes a la educación e investigación
seguramente impidieron estudiar correctamente cómo se efectúa un cambio de
modelo económico, así es que las viejas recetas del desastre comandaron la
salida hacia más al fondo.
Lo primero que se
aprende es lo último que se olvida, y el proceso mismo de recordar va
desgastando los archivos.
Adam Smith termina transmutándose en Marx, puesto
que las grandes corporaciones se convierten en el gran freno del libre
intercambio de productos, servicios e ideas entre los individuos.
El modelo depredador-presa de los ecólogos al que
se ha ajustado muy fielmente el patrón demográfico y de riqueza en la relación
mundial Norte-Sur en las últimas décadas, como la única especie que se auto-depreda.
Así como la expansión inmobiliaria que remeda matemáticamente a la expansión
tumoral: un buen modelo suele servir para que los números confirmen la
metáfora.
Las exageraciones de la verdad suelen rendir
solamente como munición para el enemigo. Por otro lado, la visión
estereoscópica que nos legaron nuestros ancestros mamíferos saltadores de ramas
se logra mediante un truco de 3D en el cerebro, superponiendo la visión
bidimensional de ambos ojos. Alguna vez fue útil irse por las ramas.
En el Tetris como en la vida, la irreversibilidad de
la cadena de pequeñas decisiones erróneas que se acumulan, porque su enmienda
se va demorando según la sepultan nuevos errores.
Burbuja
inmobiliaria de juzgado de guardia, y sin embargo con embargos.
La apuesta de los que se llaman hoy liberales por lo
privado en detrimento de lo público conlleva en definitivas cuentas la
preferencia por el modelo totalitario de la empresa privada, y su absorción
colectiva del individuo en beneficio del beneficio privado. La libertad que
trataba de imponerse como apisonadora de la maquinaria económica.
Colonialistas y colonizados. Nosotros ingresamos en
las sombras de nuestras luces, mientras que ellos escarban ahora en las luces
de sus sombras.
Como señalaba Krugman, el aumento del precio de las
materias primas que alimenta a las actuales revueltas en el mundo árabe es
fruto de fenómenos climáticos extremos, lo que ocurre ahora mismo es la
antesala de la economía en un mundo próximamente recalentado.
Tecnología para los que quieren ser encontrados por
otros que también están perdidos.
Aquella vez que los mercados financieros nos
suicidaron, y la próxima. Los bonus
siguen indicando que sus prácticas de riesgo jugaban con muy poco riesgo para
ellos: como dice Oliver Stone en su película, simplemente la fauna voraz merma
pero nunca muere.
Siempre hemos dicho triunfalmente superar la
Historia justo en el momento en que la Historia comienza a superarnos, en lo
que podría llamarse la apoteosis de la inconsciencia.
Ajetreado juego de invasiones metafóricas, de
acuerdo con el genial Pierce, en que destella el clima cultural y tecnológico
de nuestra época: El planeta es un sistema vivo, marcado por sus edades las
cuales determinan el tipo de ambiente y la vida correspondiente. El organismo
es un ecosistema. El cerebro es un hormiguero. El universo es un computador
cuántico. Nuestro planeta es un ordenador genético.
Como señala Chomsky, el libreto seguido por EEUU o
Europa es el de siempre. Cuando caen nuestros tiranos preferidos, un discurso
en pro de la democracia, una petición de transición ordenada y constantes
maniobras para conseguir que se restituya lo esencial del régimen depuesto en
lo que concierne a nuestros negocios.
Prigogine: Unas pocas reglas auto-iterativas y el
caos se transforma en orden complejo. Un intrincado termitero solo requiere una
regla, que cada termita deposite una feromona con cada pedazo de material que
atraiga a más termitas con más material, y más feromonas. La maravillosa
arquitectura escondida en el bullicio errático tras una fórmula muy simple de
funcionamiento retroalimentado.
Los ingenieros copian el sonar de los murciélagos, o
el radar de ciertos animales generadores de campos electromagnéticos, o el
amortiguador que usan las libélulas bajo sus alas supervibratorias para diseñar
esqueletos aeronáuticos resistentes, o el pegamento impermeable al agua de ciertos
moluscos, y un muy largo etcétera. La Naturaleza parece estar preñada de buenas
ideas, además de eficientes animales oportunistas de ideas como nosotros, tan biomiméticos.
Declarado inútil por la oligofrenia instituida.
El plan Merkel para que paguen las clases
trabajadoras de los países periféricos el agujero que produjo en sus bancos su
propia irresponsabilidad inversora en complicidad con bancos, empresas y
gobernantes de acá. Estampidas especulativas saltando de burbuja en burbuja
como de tulipán en tulipán, pero solo en las deflagraciones sistémicas puede
encararse el asunto siquiera de perfil, y no mucho más allá del rescate
astronómico salpicado de retórica ética.
El dejadme en
paz que todos nos arrojamos diariamente unos a los otros a la cara.
Debería ser el primer sentido en que se suele decir hoy que la comunicación
para producirse debe conllevar sus dosis de ambigüedad y malentendido.
Escribía hace pocos años la magnífica Naomi Klein:
“el término más preciso para definir un sistema que elimina los límites en el
gobierno y el sector empresarial, no es liberal, conservador o capitalista sino
corporativista. (…) Sus principales características consisten en una gran
transferencia de riqueza pública hacia la propiedad privada –a menudo
acompañada de un creciente endeudamiento-, el incremento de las distancias
entre los inmensamente ricos y los pobres descartables, y un nacionalismo
agresivo que justifica un cheque en blanco en gastos de defensa y seguridad”.
Nos suena como si hoy fuese múltiplo de ayer. Y en La Doctrina del shock: “En cuanto se acepta que el lucro y la
codicia practicados en masa generan los mayores beneficios posibles para
cualquier sociedad, no existe prácticamente ningún acto de enriquecimiento
personal que no pueda justificarse como contribución al gran caldero creativo
del capitalismo porque supuestamente genera riqueza y espolea el crecimiento
económico (aunque sólo sea el propio y el de los colegas más próximos)”
Según Zigmunt Bauman, del panóptico al sinóptico: una mayoría mira a unos pocos a través de
las pantallas. Incluido en el caso de las celebrities
marca Internet.
Entre 1961 y 2000, según un estudio de la
Universidad de Berkeley, el valor de los daños provocados en los países pobres
por la emisión de gases de efecto invernadero de los países ricos, la llamada
huella ecológica, supera el total de la deuda externa –sería conveniente volver
revisar el concepto de deuda desde un mayor realismo
que el de los economistas del establishment.
Soy lo peor que me ha pasado a excepción de mí
mismo, excepto cuando toca paradoja.
Las metafísicas de la ausencia de metafísica.
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