miércoles, 16 de julio de 2014

CUADERNO 13



Llené un cuaderno de garabatos de distinta textura y coloración. En esta noche de desvelos mágicos me comprometo conmigo mismo a volcarlas cuidadosamente a esta letra Arial 12, por darme un trabajo. ¿No es la era del autoempleo? Como el psiquiatra no sabe cómo acabar con la maledicencia atropelladora de la ciudad, su baza consiste en tratar de disfrazarme de clase media. Mi baza, autentificarme con este diario lo más alejado posible de la tentación literaria. El único locus posible donde hacer literatura, fingiendo elaborar vida.



Deus in machina. De mi ateísmo coherente desemboqué en la convicción de que Dios goza de un excelso sentido del humor. Literalmente todo el sentido del humor del mundo. Me lo reencontré o reconocí en Twitter, en la serie Doctor House, en forma de punzantes dardos apolíneos e ironía suprema de la inteligencia colectiva. No parece afectarle la impiedad mientras se albergue en un corazón puro. Y parece desarrollar un plan, que incluye nuestro salvamento desde nosotros mismos, que nos deslizamos acelerados hacia la autoextinción. El no ríe porque ya se lo sabe de antemano el chiste, pero se deleita en comprobar concertadamente nuestro desconcierto concertante, en el que nuestras penurias conscientes están abocadas a tropezar cada vez. Y es una risa amistosa, como en la tragedia. Mark Twain y su cuento filosófico El extraño forastero.


 
Alicia en el país de los cuantos, un título que promete grandes momentos de la inteligencia humana integrada. Que les corten a todos los cuantos la cabeza…



Más arriesgado el salto al vacío del suicida sin vocación que el salto al infinito del matemático, o el del iluminado.



El humano no es lo inteligente, lo es solo lo circundante, clama Heráclito. No valen aquí consideraciones geométricas que instalen al sujeto en el centro radial del asunto. La razón está ahí delante, me decía mi compañero filósofo en un viaje compartido de LSD. -¡Enchúfate…!, señalaba al horizonte aquí mediante antenas digitales a modo de cuernos. Meses más tarde yo le narraba una brutal experiencia psilocíbica en Amsterdam: ¡No sabía qué era yo, de tanto repetirlo! -Y él me asestó: ¡Ah! ¿Es que ahora ya lo sabes…?



Lo malo de decir yo es que lo dice cualquiera.



Su ojo llameante vuelto hacia el interior, escribió el joven Nietzsche acerca de Heráclito. Una metáfora que yo mismo presencié en mis años adolescentes en las incandescentes cenizas de un cigarro, tras una noche extraña, alcohólica y meditativa. La única ocasión en la que he lamentado largamente no saber dibujar. En otro pasaje, Nietzsche lo definirá también como astro sin atmósfera, o como astro de su propio sistema solar. Otra iluminación de pubertad que me sobrevino tras una sobredosis de cafeína, la de un planeta desértico en la soledad infinita. Como Jayyam y su amor exclusivo por la pureza de fuego de las estrellas. O literalmente como aquel físico que aquella noche de paseo con su novia confesó ser el único hombre en el universo que sabía cómo hacen para brillar termonuclearmente durante eones.



Rasca en los envases del manifestante Fanes del brillo refulgente y fenoménico, y gana la sorpresa que reside en lo que escamotea.



Pues por estar oculto en la concha se convierte en perla / la gota que es misterio del corazón del mar, poetizó Omar Jayyam. Sin comentarios que no haya oído ya largamente el propio mar.



En Julio incumplí mi promesa de releer a Julio (Cortázar), pero nunca del todo en esta casa crecientemente estrecha por tomada.



En el 2008 se derrumbó el techo recién construido del Parlamento Europeo. Salvó a sus señorías el hecho estadístico de que solo paran por allí apenas sesenta días al año, y pocas horas. Una metáfora inapelable de lo que significa la espectral democracia europea.



Enorme nube negra sobre el mediterráneo que lo presagia más bien como próximo mar muerto, hoy ya imperio de las medusas a costa del empobrecimiento ecosistémico.



El hombre hace a la Historia, y la Historia lo deshace a él, sentenció Cioran. Una metáfora desenmarañadora cual Penélope apurando la vuelta al hogar de Ulises. Mucho mejor que la de Agamenón, para solaz y alivio de su porquero, dónde va a parar.



Más asequible fundar un imperio, incluso una filosofía, que una familia: de acuerdo con Cioran, pero disintiendo en obras.



Filósofos sobrehumanos, coincidieron el joven Nietzsche y el joven Colli, su editor e intérprete póstumo del siglo XX, respecto a aquellos filósofos presocráticos tallados en piedra perdurable.



Arrastrar nubes a cada paso, más pesadas aún que el plomo cerebral inducido por respetables recetas legales.



Si la vida es sueño, lo es de nuestros sueños: el cuento de Twain, el diccionario de Bierce, el magnífico Patas arriba: La escuela de el mundo al revés del genial y humilde Galeano.



Abriéndome paso a machetazos de palabras por la selva lacaniana, sopa primordial de letras.



Quien no pueda pagarse el tratamiento a través de un seguro privado, que aguante el palo de su enfermedad rara. Amén liberal.



Cita Zizek: Un enemigo es alguien cuya historia no has escuchado. ¿Quizás Chomsky y él mismo no se han escuchado lo suficiente…?



Disintiéndolo mucho, completamente de acuerdo con cualquiera.



Cenizas de estrellas vivas.



De la mañana a la tarde, días distintos. Incluso vidas distintas.



La majestad de la verdad: pero aquella conquistada mediante intuición, no la alcanzada escalando la cuerda de la lógica, insiste Nietzsche alcanzando a Heráclito mediante intuición.



A más metáforas psicóticas más oxímoron: mayor encarcelamiento físico y químico en aras de la libertad. Similar a cuando el Papa Ratzinger, hoy cesante pese al ritual milenario, llegó a las sandalias del pescador de Loewe prometiendo combatir la dictadura del relativismo mediante el periclitado dogma medieval -rivalizando de reojo con el éxito del Islam-. Un as del hallazgo zen bajo la casulla, este ex-papa declarado entonces superintelectual por sus hoy infieles.



Monotonía del espacio breve y el largo tiempo del corral psiquiátrico, hasta dejar un único camino posible hacia dentro.



El lenguaje apenas un trámite dinámico, según Giorgio Colli, quien en su severidad semántica, rigor y desnudez sintácticas a la presocrática lo emplea como tal para la inmensa minoría.



El ser y el no-ser indican posesión o privación de un nexo anclado a la inmediatez irrepresentable, el fulcro inamovible. A eso mismo remiten la verdad o falsedad metafísicas: anidar o no hacerlo en el corazón que no tiembla de Parménides. (Filosofia de´ll espressione, G. Colli).



Del sol que nunca se pone, cómo esconderse. Es más, cómo siquiera planteárselo con algún fundamento, lo que reafirma esa noción ilusoria del no-ser en lo lingüístico, tanto para Parménides como para el sentenciador Heráclito.



En los orígenes Dios se desperezó de un humor de mil demonios, hasta que los expulsó sin llegar a extraerlos nunca de sí mismo -¿dónde los arrojaría si no?, se plantearía el místico Maimónides- proyectados hacia este mundo reflejo y sus sombras. Según el gnosticismo cristiano original, los ángeles que vacilaron en tomar partido por la divinidad absoluta aunque sin participar tampoco en la rebelión, quedamos atrapados en esta forma humana. De nuevo la tesis de esta vida como tránsito desmemoriado, impelido a recordar esforzadamente nuestra condición inmortal mediante el conocimiento: para llegar a fundirnos de nuevo con la mirada de la divinidad que viaja con nosotros cual callado polizón. La otra opción ignorante, seguir deslizándonos irreversiblemente hacia el pozo del pandemónium.



Dionisos se refleja ante el espejo y recibe su reflejo fragmentado y caleidoscópico, en el que cada fragmento refleja a su vez al dios en su unidad originaria dentro de  la resquebrajadura general. Los dados y otros portátiles del dios indican el juego del dios-niño que destruye lúdicamente imperios de arena. ¿Y no tratará eternamente de recomponer su propio puzzle, otro juego de aprendizaje infantil aunque más propio de la terrible inteligencia apolínea? En cualquier caso, un juego que se transmuta en violencia más o menos contenida o arrojada contra los frágiles humanos. Lo mismo que la violencia entraña el juego: pensemos en la guerra como pugna entre diversas estrategias en colisión. Así lo sintetizó Sun Tzu en su legendario Arte de la guerra, aproximadamente en la misma época en que nuestra Grecia arcaica desarrollaba el logos occidental como disputa agonística entre sus pensadores y dialécticos primigenios. En medio de los Sanfermines reutilizaré la metáfora colliana: dos cuernos del dilema cada uno de ellos con final trágico para el razonador, atrapado en su telaraña mortal de contradicciones insolubles. El double bind de Bateson, el doble vínculo contradictorio que este declaró generador esquizógeno por antonomasia. Y se cierra el círculo sobre sí mismo en la tesis colliana de los vínculos hermanos entre locura y sabiduría.



Eres el enigma que me resuelve, rezan las pantallas poéticas en Cádiz. Y cada vez más resoluto y libre en la celda de por vida como la soldado Manning.



Ortega corrigiendo al cartesiano Malebranche: no vemos la verdad a través de los ojos de la divinidad como ha pretendido en general el racionalismo metafísico occidental, sino que es la divinidad la que contempla el mundo a través de nuestros ojos. Nosotros somos el auténtico sensorium dei, que Newton atribuyera en general a Espacio y Tiempo absolutos en los que según pensaba viajamos los humanos en primera clase y el resto de seres en clase turista.



Bebía para olvidar que era alcohólico.



En ocasiones olvido que padezco alzheimer, y como apuntara Gómez de la Serna, me pongo a recordar como un loco.



El rey entrante sustituye de puntillas al rey salido de su padre. No llores por tu ingreso psiquiátrico paranoide, porque las lágrimas y la TV1 no te permitirán escuchar los abucheos democráticos bajo el balcón real del Palacio. Donde la abdicación y sucesión van de todo menos despacio.



Locura no es que cualquier desgraciado se crea o diga ser Napoleón -aclaraba Lacan el oscuro- sino que el propio Napoleón llegue a creerse Napoleón. O que ciertos mamíferos superiores lleguen a creerse funcionarios, profesores de filosofía o incluso grandes financieros, rezaba cierto poema cuyo autor olvidé enseguida por un prurito de coherencia.



Karl Polanyi propone socialismo como economía consciente que oponer a las reglas ciegas del beneficio acumulador capitalista que nos embocan hacia el desastre apocalíptico. Y hay mucho rigor en sus planteamientos, a partir de La gran transformación: ese disolvente de solidaridades sociales, hoy en fase aguda digital que diagnostica el excelente Rendueles, su comentarista español, en su reciente Sociofobia.



Qué bien vienen para el colonialismo israelí estas campañas en Gaza ante el indiferente sobrecogimiento de la autoproclamada comunidad internacional. Finalmente sí parece que Yahvé juegue a los dados trucados, muy al pesar de ese judío socialista que fue Einstein, y expresidente del país antes de llegar a serlo nunca. Porque lo realmente incomprensible de este hostigante universo es que resulte tan dolorosamente comprensible.



Solo brillamos por nuestra ausencia.



Ahora que caigo: Lichtenberg de ocasión.



El infierno, no solo el cielo, en la nube.



Qué clase de atrocidades psicoactivas, nihilistas y surreales, tan barrocamente afines a lo monstruoso son hoy los dibujos infantiles –señal inequívoca de que me hago viejo y ciego generacional.



Stephen Hawking ha demostrado ser un bluff como analista futbolístico este mundial. O era una burla suya, o si se ha creído su papel ello enseña que nadie es inmune a la estupidez que Einstein describiera, esta vez con certeza, como inagotable.



Protejamos el corazón de nuestro lavavajillas, o apaguemos la tele de una vez por todas.



¿Y a cuántas dosis psiquiátricas hubieran obligado a Heráclito el lanzador de enigmas con su arco apolíneo? Lo cierto es que optó por enterrar su hidropesía en el fango, de ahí su obsesión toda su vida con la sequedad del fuego frente a la esclavitud húmeda de los cuerpos.



Mundo como floración expresiva, y solo los muertos gozan del privilegio de alimentarse directamente de la raíz, en lugar de conformarse con sus frutos.



El logos separado de todo, firmó de nuevo Heráclito. Propiedad de ninguno, así que si me otorgas la razón alguna vez lo honrado es devolvértela en cualquier otra ocasión, porque sobrevuela nuestras cabezas y apenas aterriza un rato en este mundo fangoso y húmedo nuestro.



Una golondrina no hace verano, y menos aún en medio de este veloz cambio climático.



Escribió García Calvo que la negación que conlleva el concepto irracional es precisamente el mecanismo original formativo de la razón.



Privilegios socioculturales recién adquiridos de la locura, ante el miedo o la desconfianza a mi paso: pero también el aguzar oídos ante las palabras que me hablan cuando hablo, tan posmodernamente.



La póstuma Voluntad de poder, fragmentaria pero considerada por Heidegger el peristilo de la arquitectura metafísica nietzscheana.



La existencia psiquiátrica de cerebro algodonoso. Pero como hiperactivo sin diagnosticar –se sospecha el médico- los neurolépticos no logran domarlo sino acaso relajarlo. Sigue sin ser ese cuerpo sin alma que Spinoza atribuía a ebrios, niños o locos. No más de lo habitual cuando se engrasaba a diario con el haschish.



Sigo de camino a Fragmentaria, la tierra natal de los filósofos rotos. Humanos fragmentados que escriben novelas o ensayos en tomos, y humanos enteros, íntegros que se destilan en fragmentos.



Series convergentes y divergentes, formativas de objetos primeros y conceptos segundos desde la inmediatez de lo real palpitante, y el sujeto ilusión de esos objetos cristalizados, a veces caramelizados.



Se buscan nuevas filosofías de los tiempos enredados en la información de las redes. Vivas o muertas.



La luna llena enorme de encargo, y luego la luna roída en forma de daga turca con que segarme la cabeza, tras exprimírmela mediante tortura y drogas.



Adivino implica ya en su raíz a la divinidad misma.



Imaginen a un oracular fabricando una novela, trenzando a conciencia un best-seller. Si no lo logran es porque es imposible.



Como la ebriedad de Jayyam, sigue tratándose de respirar más allá de mí mismo. El entusiasmo auténtico como posesión divina, etimológicamente.



Palmeras vigilantes del mar, cuidad de mis pasos flotantes.



Día tan esplendoroso que los pájaros prefieren limitarse a sobrevolar porque ya canta armonioso y  feliz por sí mismo.



Las tretas y recursos literarios: procuro usar casi todas habiendo olvidado sus nombres desde el bachillerato.



García Márquez, Vivir para contarla. A contrapelo de la mayoría que se limita a contar para vivirla.



Política española: el baile de San Vito Corleone.


 
El doble, triple, óctuple o n-tuple sentido de cuanto vivimos y decimos, sin sospecharlo nosotros. Es entonces cuando la palabra es sagrada. Porque creen como los dormidos vivir en su mundo privado, en lugar de despertar a una realidad única  y común



Zenon o Heráclito del hablar doble o triple, especialistas generales de los múltiples sentidos del enigma divino. Lo mismo respecto a todos los textos o herencias orales sagradas de todas las religiones y sabidurías milenarias. Todo cristaliza poliédricamente en el lenguaje oracular, poético o amoroso, que asoma como rabo juguetón y cruel escorpión de lo inabarcable.



Que hablan sin ungüento, aluden y sugieren sin decir, siempre por determinar. La boca delirante de la pitia, los múltiples sentidos del oráculo sin que hagamos pie de una sola vez en lo profundo, nos retrotrae el pasado hacia el presente resbaladizo hasta la inexistencia, para revelarnos el futuro visto para sentencia.



El pasado crecientemente enriquecido y supervitaminado: la retroalimentación mística a la que apunta el filósofo catalán Salvador Paniker. Porque cada nuevo ayer es a su vez un nuevo mañana. 



El pensar cuántico de las superposiciones, ajedrez multidimensional de las diversas historias posibles.



El sentido del eterno retorno de lo mismo nietzscheano, el viejo Ouroboros de la vida alimentándose eternamente de sí misma. El Sub Especie Aeternitatis de Spinoza de vuelta cuando nosotros vamos, como ingenuos pioneros. La multidimensionalidad desde la que el tiempo se percibe de una vez dado para siempre. Pese a su irreversibilidad creadora de novedad incesante, según lo percibimos los humanos inmersos en él y lo corrobora la teoría del caos. ¿O el universo evolutivo ya ha sido eternamente, y como señalan el budismo e incluso Platón, vivirlo ya es recordarlo?



Sus lecturas apasionadas de autodidacta y diletante le sugieren que si cronometrara conjuntamente lapsos de silencio con el de esas discotecas rodantes que irrumpen a cada rato por la curva de su calle bajo el ruinoso balcón, todo ello delinearía algún patrón fractal, desvelaría algún tipo de ecuación no-lineal en sus resortes, compilaría el azar meneando reglas auto-iterativas en medio de la noche sagrada.



En medio de todo, su propia iluminación mística. De qué se reirán tan estentóreas estas gaviotas de la madrugada, se pregunta sobresaltado.



Llegó a creerse tan irresistiblemente atractivo como luego ridículo con los años. Otra medida significativa de cómo todo está interconectado en nosotros mismos. Casanova es el rey, Maquiavelo la ley, escribe Sabina.



 
 

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