Neurológicamente se puede hablar del cerebro como un
homúnculo algo distorsionado: si trazamos el mapa del cuerpo en el cerebro
ateniéndonos a la relación de las distintas regiones con manos, piernas cabeza
y espalda, obtenemos la imagen del cerebro como un homúnculo “con dedos, lengua
y rostro alargados, y espalda y tronco contraídos”. Una curiosa y analógica
autosemejanza a lo fractal: ¿somos nuestro cerebro prolongado al entorno en
cuerpo, o somos nuestro cuerpo auto-replegado en cerebro?
Supernova a la
vista esta vez en el cielo literal.
A pedir de boca del
lobo.
Refrescando los tiempos el Índice de Desarrollo
Humano (IDH) del Nobel de Economía Amartya Sen que, frente al PIB, conlleva la
desfachatez de incluir numerosas externalizaciones desechadas por los cálculos
financieros y del pensamiento liberal –lograron que tenga
sentido el oxímoron integristas liberales- y por el cual algunas regiones de la
India o del sudeste asiático superaban no solo el nivel de vida de los guetos
norteamericanos sino incluso el de muchos ciudadanos medios del país más rico
(aún) del mundo.
Como si un faraónico acto
institucional y propagandístico fuera a detener la caída de vocaciones
clericales en España, o fuese a llenar de nuevo las iglesias. Sigue siendo
válida la caracterización stendhaliana: Son
la broma en serio. No es solo anticlericalismo de las izquierdas frente a
una Iglesia cómplice de la dictadura franquista y co-represora. Es que la
Iglesia como poder económico en este país –político, mediático, financiero,
educativo- es parte protagonista de la situación que denuncian los indignados.
Dice Stephen Hawking con humor que no considerar
como sospechosamente objetiva la sorprendente convergencia entre las distintas
teorías de supercuerdas junto con la teoría de la supergravedad en una teoría
subyacente común, la famosa Teoría M, equivaldría a sostener que Dios dispersó
los fósiles por el mundo para engañar a Darwin sobre la realidad de la
evolución. No tanto humor a fin de cuentas: es el argumento en serio de los
creacionistas norteamericanos.
De sitios encantadoramente premodernos como Iowa,
que acaba de elegir a una representante del Tea Party como candidata
republicana al congreso, depende la gobernanza de EEUU y por tanto, en buena
parte todavía, la del mundo.
Del universo cerrado medieval al infinito mundo, que
decía el famoso historiador de la ciencia A. Koyré, ejemplificado por Giordano
Bruno o las fantasías de Kepler respecto a otros mundos habitados por
civilizaciones inteligentes. Contábamos en aquellos años 50 de la Guerra Fría
con la ecuación probabilística de Drake sobre la vida en el universo, hoy
ampliamente revisada o corregida, al tiempo que el gobierno de los EEUU
alentaba la cultura OVNI para tapar de avistamientos sus vuelos y proyectos
militares secretos.
Al dinero se le van acabando los refugios al tiempo
que va desmantelando en todas partes los refugios sociales.
Especie hipermétrope de la sabana, de miopía
política contumaz.
Sitios metafísicos
a los que ir antes de morir, en lugar de después, colonizados por los sueños.
Las bajadas de impuestos en los últimos 15 años, tan
celebradas para las clases medias en las que se supone que tanto repercutían y
por las que competían ambos partidos para ganar votos, en realidad han supuesto
un recorte de menos del 2% para esas clases medias pero del 37% para las
grandes fortunas.
Tomárselo con
estadística.
Leer o escuchar
siempre en cursiva.
Volver al pasado para matar a tu abuelo, y refrescar
el viejo debate de la ciencia ficción -después en las teorías de Everett y en
las ideas recientes de Kip Thorne, Hawking, Barrow y otros- acerca de las
paradojas de los bucles temporales. Y el posible despliegue multiplicador de
universos, de líneas históricas que al bifurcarse salvan la
paradoja.
Aquel abrazo de hijo al afectuoso Eduardo Galeano en
la Feria del Libro de Madrid, que aún le aporta calor incluso en el cálido
Norte de África.
El peso de pertenecer a las pocas generaciones de
las que va a depender la supervivencia o extinción de la vida inteligente en
estos lares galácticos –quizás en toda la galaxia. Si fuéramos los únicos en el
universo la cuestión adquiriría ya unos tintes de insoportable gravedad del ser.
La vida eterna era un requisito indispensable de la
moral, según Kant, porque el perfeccionamiento moral prosigue indefinidamente. La posiblidad de que las civilizaciones superdesarrolladas puedan
mudar de estrella a estrella según estas van muriendo, y prolongarse
indefinidamente hasta que nuestro universo se disipe. Pero como escribe Michio
Kaku, los agujeros de gusano podrían conectar con infinidad de otros universos.
Resultado de la mezcla de distintos tipos de
homínidos, no solo en África sino también en Europa.
Grados de autoconciencia: los chimpancés
se reconocen en el espejo, al contrario de la mayoría de mamíferos y cuántos de nosotros.
Bancos que vendieron las subprime y
luego se forraron cobrando los seguros de impago –un modo sigiloso de apostar a que el precio de las viviendas bajaría- hundiendo
a las grandes aseguradoras cuando empezó a desmoronarse el castillo de apuestas
que tiraba del sistema.
Pero diez trillones de neutrinos atravesarán tu
cuerpo y cerebro sin daño en estos segundos y enseguida estarán más lejos que
la Luna. Cortesía de la etapa inicial del desacoplamiento
de los neutrinos.
Los efectos de
haber dejado las llaves del mundo en manos de Aduaneros sin fronteras.
Thomas Jefferson, padre de la patria y la
Constitución norteamericana ya avisaba de que dejar el
control de la moneda en manos de la banca privada traería una monstruosa
hipertrofia de organismos depredadores a sus faldas, un terrible daño social y
un golpe mortal a la democracia. Matando al padre tan poco
psicoanalíticamente.
Premio Nobel de la paz a la Lisístrata liberiana que
logró acabar con la segunda guerra civil -y obligó a pactar al presidente
Taylor de los diamantes de sangre que Naomi Campbell sí le aceptó- con una
femenina huelga de sexo tal y como lo lograba la heroína de la comedia de
Aristófanes.