En medio de la elaboración, pretender saltar a la
conclusión, como si la vida concluyera algo alguna vez. Conclusión, así se llama ese vaso lleno de mierda cuyas tormentas definía
tan bien ese detective, filósofo trágico de la maldita y lovecraftiana True Detective.
La magia de la razón que aspira a abarcar y explicar
la razón de la magia.
Retomando estos cuadernos del psiquiátrico a mar
abierto y cielo protector, de ánimo tan desértico como mi ansiedad sin fondo sumida en las obligadas pastillas.
La alta siniestralidad en egomóvil.
Derecha guardiana de todas las esencias, en especial
de una fiscalidad lituana.
Es la única vez en que se pierde el sentido y no se
recupera más.
Cuando la verdad es
la única versión verosímil y sus impugnadores naufragan en lo pantagruélico. Comprobado
a diario en la política española.
Cultura y espíritu: determinar, aprender a
discriminar qué posee algún sabor y qué no en mi vida. El sabio es el que
etimológicamente saborea. Qué más
material entonces que el propio espíritu, obligado a la tarea inacabable
de eliminar residuos de su paladar. Espíritu
paladar y tomar.
A ritmo de barco mediterráneo, lo más alejado
posible de su área de recreo y crucero. Cómo ningunear así, por más que lo
pretendan sus bailarines y borrachos, al mar que nos transporta a todos por igual
y al que debemos el auténtico permiso de navegar, desde siempre.
El espíritu científico sabe que
roza la divinidad cuando alcanza pioneramente una verdad natural -señala J. Wasenberg- incluso aunque requiera haber torturado a un chimpancé, de cuya
neurología afín cabe recordar la íntima proximidad natural respecto
a nosotros mismos. La posibilidad de esta misma reflexión filosófica es
precisamente lo que nos separa, signifique lo que signifique para el caso y la
divinidad saboreada.
Ilustrado de escasas ilustraciones y vagamente
enciclopédico de contraportada de Google, yerra el siglo par en que nació, ahora
volcado irremediablemente al impar que
lo matará, en medio de toda serie de
auges irracionalistas. Un poco a la manera stendhaliana en medio de aquel
romanticismo juvenil emergente, afín en su apasionamiento, a comienzos del s.
XIX.
¿O no es acaso más real la Antártida del Gordon Pym
de Poe que ésta que se nos derrite en la boca alarmada de biólogos, geólogos y
resto de ecólogos? En prolongación en la Montaña
de la locura de Lovecraft, al que le descubro una seriedad, minuciosidad y
rigor de escritor pocas veces loados sin embargo. La
prevalencia de los paisajes literarios, pero solo hasta que comprobemos de
primera mano el efecto de la subida del nivel del mar o las desertizaciones y
diluvios inminentes. A la espera entretanto de los primordiales que
estacionaron allí desde lo inmemorial.
La accidentalidad de cualquier discurso que aspire a
esencial, empezando por este mismo.
La caza de brujas devino asechanzas tanto para el
trasgo como para el fauno.
Tan fractal como los árboles, el sistema arterial,
la nube o la coliflor. Pero nadie los vio hasta que Mandelbrot conceptualizó
matemáticamente la idea. Puesto que la Naturaleza optimiza cuando es posible,
no empaqueta a lo loco sino que lo hace fractalmente. Así las flores optimizan
luz o las redes neuronales espacio, y el artista serotonina o dopamina.
Apuntes filosóficos de bachillerato respecto al mito
de la caverna platónico o la duda metódica cartesiana: Matrix representa el símbolo de todo un elenco de películas posteriores
que juegan con la idea barroca de vivir en una simulación, o quizás en un sueño
más o menos organizado. ¿Podríamos vivir en una simulación virtual, hecha de
información? ¿Podríamos llegar a saber desde dentro de la simulación que
vivimos en una simulación? ¿Y cómo? Tales cuestiones reverberan
especulativamente en las últimas décadas de esta incipiente era de la
información, promovida por la revolución tecnológica de la informática y las
redes. Que, por cierto, tiende a perpetuar el viejo dualismo racionalista en la
actual oposición hardware-software (formato material-información).
Ese comienzo estremecedor, beethoveniano de Airbag de Radiohead, suficiente para
dedicarle un recuerdo a la estremecedora inmediatez de las cosas negada por la
dialéctica hegeliana, y su condena de la posibilidad de conocimiento que no venga
lógicamente mediado. Y la posterior negación de todo ello a su vez por G. Colli, el
filósofo que bucea hasta el contacto con la inmediatez para reafirmarla por su
parte como conjetura metafísica. En alguna parte de esta dialéctica entre ambos
nos hemos atascado, quizás irreversiblemente. Sin mayor peligro a efectos
prácticos, excepto en una desorientación mística colgante y sin anclajes.
Magnífica interpretación de Echeverría acerca de la
caverna platónica, en la que languidecemos todos. ¿Los porteadores? Los ancestros que nos legaron esas palabras
para desempeñarnos en las sombras de lo empírico, sugiere. Describe: La mayor aportación de esta
alegoría consiste en sugerir que, por mucho que nos sintamos reales, también
nosotros somos sombras proyectadas por los titiriteros del conocimiento,
nuestros antecesores en esas artes. El lugar del filósofo es la boca de la caverna. Cuevas hay muchas, cada
uno de nosotros conformamos una a lo largo de nuestra vida, e incluso varias.
Para hacer filosofía cada cual ha de intentar llegar a la boca de su cueva, es
decir, conocerse a sí mismo. Pero eso no basta. La proliferación de microcuevas
individuales no impide que surjan cavernas colectivas, todo lo contrario. El
ser humano es un animal social. Entre las cavernas compartidas destacan las
lenguas naturales, las ciudades y las patrias. Recientemente han surgido
cavernas tecnológicas que reúnen a millones de personas en torno las
tecnolenguas (lenguajes informáticos de programación, interconexión,
edición...), las tecnocasas (las interfaces de acceso a Internet) y las
tecnociudades (redes sociales, digital cities). Estas marcan nuestras mentes
tanto o más que los lenguajes naturales, los cuales nos permiten ver y
discernir el mundo.
Y Alicia de regreso a este lado del espejo, donde
reinan los neurolépticos.
Hundido en medio de este vergel de palmeras y arbustos
que me canalizan la luz. Y me la hiende hasta lo más privado de mi verano de
alquiler, en este bullente Jerez sin alcohol.
En su última conciencia de que va a morir el animal
se asimila a la espiritualidad del humano sin necesidad de los conceptos.
Escritura como pesca: lanzar algún anzuelo
prometedor, humano demasiado humano, en una búsqueda azarosa pero tan
intuitivamente guiada. Y a partir de ahí desarrollar ese pez en que consiste el
propio pescador.
Cuentas ensartadas en el hilo de la memoria: lo
mismo le valieron a Hume para dinamitar sustancias o sujetos metafísicos como a
Colli que las usa como señalización hacia el origen inmediato de lo extrarrepresentativo, algo de lo que
ningún empirista hubiera aceptado nada, como tampoco lo hacen hegelianos y
posmodernos. Lo aparentemente inmediato de la percepción ya es memoria no conceptual. Más dialécticas metafísicas que añadir a la
chistera del filósofo perdido.
Tortuga con su lápida a cuestas, sin saber no solo
cuándo sino a quién terminará por enterrar lapidaria y definitiva. Aquiles no
pudo ayudarla.
La esclavitud química de último tramo. Desembalar una nueva vida que en su fondo será la
misma de siempre pero con sus interrogantes maniatados.
Por quién doblan las campanas no sincronizadas que
sacuden las ventanas opuestas de la misma casa, en que se encerró a escribir
para no enfrentar el ilusionante verano ajeno, tan enajenante para su
hipersensibilidad, de esplendor y belleza malgastadas unánimemente. Vestigios
de Relatividad: como si ambos campanarios distasen galaxias.
Todo lo que creyó poseer de embaucador tropezaba
finalmente, una y otra vez, con el largo poso de experiencia de embaucado a la
vista de todos, desde los tiempos de aquel niño despistado y crédulo.
La bacteria sabe
perfectamente qué tipo de nutrientes y compuestos químicos debe seleccionar y
perseguir en su entorno. ¿Cómo será el mapa cognitivo de una bacteria? ¿O el de
una red bacteriana? Es que ellas mismas encarnan el propio mapa cognitivo de
supervivencia: ¿no es eso la vida…?
Zenón martilleando y taladrando
los conceptos lógicamente básicos: finiquitando
conceptos en la fase terminal de la filosofía pero en sus
comienzos, sugirió Colli respecto al gran taladrador de lo continuo tan
poco discreto.
Prepararse para lo ausente según se hace presente.
Al final el universo visible del que nos hacemos
cargo es un mínimo porcentaje del universo. Materia oscura y energía oscura
cada vez más claras. Y el alma oscura en los paisajes interiores infinitos.
Hay que elevar a la décima potencia el número de
átomos del universo para igualar el número de itinerarios posibles por los
raíles neuronales de un cerebro humano. O concebir el pensamiento como
constelado por más de mil conexiones entre cada una de las estrellas de una
galaxia.
Utillaje infantil de playa que descifra el secreto del barro (Morro de Gos, citado en el blog
del poeta y aforista J L Morante). Los dioses míticos,
niños que nos modelaban del barro.
Enlatar en un mundo de clausura,
cada vez más cerrado: todo lo autárquico que pueda resultar un centro comercial
volcado sobre sí mismo.
Olvidan que Hamas fue una
creación colateral del propio Israel cuando comenzó a impedir a sangre que los
palestinos se reunieran políticamente y los empujó hacia las mezquitas, recuerda Chomsky
Ese je je je
de la banalidad digital.
Universo cerrado de centro comercial, templo de la religiosidad plastificada. Ella vive con un hombre roto, un quebradizo hombre de poliestireno; él se dedicaba a la cirugía femenina en los 80, pero la gravedad siempre gana (Radiohead, Fake plastic trees)
Universo cerrado de centro comercial, templo de la religiosidad plastificada. Ella vive con un hombre roto, un quebradizo hombre de poliestireno; él se dedicaba a la cirugía femenina en los 80, pero la gravedad siempre gana (Radiohead, Fake plastic trees)
Sudoración torrencial como reivindicación hormonal
del desasosiego y descentramiento espiritual.
El filósofo es esencialmente un
receptivo, un retentivo, que no reacciona al estímulo, que acumula y aplaza la
acción, incluso la expresión escrita, apunta en su
crítica a Nietzsche en lo poco que dejó por escrito G. Colli (Ver
Dopo Nietzsche)
Cuando, por ejemplo, las civilizaciones
supertecnológicas se empleen en explotar, trasvasar o recargar estrellas. O
incluso en modificar galaxias enteras cual árbol de Navidad. Por otro lado
¿poseerán esas civilizaciones cerebros de silicio, superordenadores implantados
en sus autopistas neuronales, etc…?
Platón y Aristóteles a través de funambulescas contorsiones y distorsiones, y olvido
moderno de la sabiduría a sus espaldas (Colli, Dopo Nietzsche)
La suma de historias posibles mecano-cuántica. La
Física clásica sólo preveía un pasado posible para cada suceso presente. En la
Física cuántica, para cada suceso presente existe un abanico de pasados
diferentes. A nivel cuántico, nuestros cálculos probabilísticos promedian un
enramado de historias posibles que confluyen en nuestras observaciones
actuales. De algún modo el electrón fluye en diversas proporciones por cada una
de esas trayectorias históricas, etc. El diagrama de Feynman sin estar de broma
Mr. Feynman.
La teoría de juegos calcula el optimum en la proporción entre faroles y jugadas veraces, y los
mejores jugadores de póker del mundo se ajustan
intuitivamente a ese optimum en sus
partidas. ¿Cómo se te queda esa cara de póker?
El gran Feynman se negaba a impartir clase para
doctorandos. Prefería hacerlo a los novatos de primero, menos maleados
profesionalmente en su forma de pensar. Solía afirmar que si ellos, los
expertos, no eran capaces de hacer entender una idea de la mecánica cuántica a
un cerebro de primero de carrera, ¡entonces es que ellos tampoco la habían
entendido y asimilado aún! Una gran bandera pedagógica a la que encomendarse
todo profesor. Y le rebosaba el aula de premios Nobel tomando notas.
El brujo hopi garantizó a los suyos que tras la
danza se acabaría la prolongada sequía y les instó a dejar las vasijas vacías a
la puerta de las casas para recoger la lluvia. Cuando todos dormían se vistió
de occidental y huyó del poblado. Al pasar cerca del instituto meteorológico en
su huida, se decidió a acercarse a preguntar por si acaso: -¿Perdón, sabe si
lloverá mañana?- Y el hombre de bata blanca le contestó: -Probablemente sí-. Así
es que estaba tentado de regresar al poblado a recuperar su estatus pero a su
sano escepticismo de brujo se le ocurrió asegurarse: -¿Y cómo lo sabe con tanta
seguridad?- El científico le contestó: -Muy fácil, porque los del poblado de
abajo han sacado sus vasijas a las puertas-. El perfecto círculo de la
ignorancia en el que cada cual se fiaba del experto de al lado, y finalmente
nadie sabía nada.
Aquel Nobel del M.I.T. que ante la pregunta de un
alumno sobre qué iba a cubrir el curso le espetó: Aquí no se viene a cubrir, sino a descubrir…
En el enigma oracular, en el delirio
poético o amoroso, o en la lucidez psicoactiva el sentido desborda ampliamente
las intenciones deliberadas del agente poseído (entusiasmo significaba
originalmente posesión divina). El discurso cataliza distintos niveles de
significación, simultanea varias pistas de sentido de calado diverso. Discursos
que hablan con lengua doble –como decían del aporético Zenón de Elea.
Encuentren, por ejemplo, el doble sentido sexual en cualquier conversación y
habrán descubierto el inconsciente freudiano. El mundo está hecho de tal manera
que la verdad es de locos. Y demanda ropajes carnavalescos, y gusta de los
juegos de manos mentales: ¿cómo se podrían enseñar ciertas cosas si no es a
través de ciertos juegos de reflexión? Esto lo sabe tanto el zen como la mejor
herencia zenoniana.
A medida que el mundo no era a su medida.
Un tonto y un vehículo que hace ruido resulta una
combinación explosiva sólo para el tonto, para los demás es molesta. El
moscardón que se creía el rey del mambo. En realidad, acierta por el camino
equivocado: se trata en efecto de envidia ajena, pero por no poder permitirse a estas alturas
ser tan ilusos respecto a sí mismos como él en su estruendo infantil
La lógica borrosa, tan digital como las demás. La
lógica digital, tan borrosa como lo demás.
En lo que tardó en cogerse el estilo la revolución
digital barrió tinta, papel o bolígrafos. Y la vieja Olivetti se quedó en el
limbo de espera entre el caos de los cuadernos sin destino y la papelera de
reciclaje.
La inteligencia neuronal reside en los circuitos
neuronales desechados, como las estatuas de Miguel Ángel emergían de eliminar
la piedra sobrante. –Apunte tan obvio y manido que debí haberlo desechado.
Las sagradas e
inviolables libertades de una posición de abuso establecida.
Las más perjudicadas de ciertas creencias, sus proselitistas
más imperturbables.
Con el primer impacto emocional la gente no piensa.
El hombre de conocimiento suele pensar primero e impactarse después. Es sólo
esa mínima ventaja de anticiparse a la interpretación relevante de los sucesos.
Pero en ocasiones crucial, tanto para el gran estadista como para el futbolista
genial.
Recuerdos
tachonados de estrellas. La larga jornada del rodeo a la galaxia se me hace
eterna mientras espero al autobús. Galaxias que se engullen entre sí, espirales
que fagocitan discos, polvo estelar en bullente baile. Cúmulos, supercúmulos de
galaxias enredados en torno a magistrales vacíos. Y un espacio-tiempo
expansivamente acelerado, de piel tan uniforme. Somos arrugas microscópicas de
universo todo ello. (Y el autobús sin venir).
¿Dios? Una palabra equivocada. Es también la sabia
conclusión de los milenarios vedanta indios. Su ilimitada tolerancia admite, no
obstante, el infantilismo personalista como una aproximación válida al divino brahman. Grande es su atman.
Nuestra capa cerebral básica sigue siendo reptil.
Sobre ella se ensambló la capa cerebral mamífera, de ahí nuestro desarrollo
olfativo o auditivo. Y sobre las anteriores se encaramó, arrogante, el
neocórtex del lenguaje simbólico y la autoconciencia. Y la pregunta es: ¿hasta
qué punto el ensamblaje fue exitoso, o cuándo sus contradicciones desmantelarán
el entramado?
El sufriente orgullo de todas las maldiciones que me
he ganado a pulso.
Al levantarse la misma ilusión infantil por abrir
los regalos que se había hecho por escrito de noche. Y de nuevo el mismo hastío
pocas horas después de abrirlos.
Un excelente apunte de Canetti para aplicarlo en
conjunto al proceso de la Modernidad: los relojes cada vez más primorosos, el
tiempo cada vez más peligroso.
Gracias a algo como tú el universo se mira a sí
mismo. La gama de la estupidez humana se corresponde con sus grados de miopía
y astigmatismo.
La Iglesia votó en la ONU contra la despenalización
de la homosexualidad en todo el mundo, a sabiendas de que en sitios como Irán
aún se les condena a muerte. O prefiere que mueran niños de verdad enfermos a
que se malgasten embriones a los que señala como seres humanos. Declaran
hablar en nombre de la razón contra el delirio, ellos que en estos temas parten
de hechos como la partenogénesis de María.
Evitar a toda costa parecer más listo que los demás:
así es como de tan sabio todos apreciaban su estupidez.
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