Llené un cuaderno de garabatos de distinta textura y
coloración. En esta noche de desvelos mágicos me comprometo conmigo mismo a
volcarlas cuidadosamente a esta letra Arial 12, por darme un trabajo. ¿No es la
era del autoempleo? Como el psiquiatra no sabe cómo acabar con la maledicencia
atropelladora de la ciudad, su baza consiste en tratar de disfrazarme de clase
media. Mi baza, autentificarme con este diario lo más alejado posible de la
tentación literaria. El único locus
posible donde hacer literatura, fingiendo elaborar
vida.
Deus in machina. De mi ateísmo coherente desemboqué en la
convicción de que Dios goza de un excelso sentido del humor. Literalmente todo
el sentido del humor del mundo. Me lo reencontré o reconocí en Twitter,
en la serie Doctor House, en forma de punzantes dardos apolíneos e ironía suprema de la inteligencia colectiva. No
parece afectarle la impiedad mientras se albergue en un corazón puro. Y parece
desarrollar un plan, que incluye nuestro salvamento desde nosotros mismos, que
nos deslizamos acelerados hacia la autoextinción. El no ríe porque ya se lo sabe de
antemano el chiste, pero se deleita en comprobar concertadamente nuestro
desconcierto concertante, en el que nuestras penurias conscientes están
abocadas a tropezar cada vez. Y es una risa amistosa, como en la tragedia. Mark Twain
y su cuento filosófico El extraño
forastero.
Alicia en el país de los cuantos, un título que
promete grandes momentos de la inteligencia humana integrada. Que les corten a todos los cuantos la
cabeza…
Más arriesgado el salto al vacío del suicida sin
vocación que el salto al infinito del matemático, o el del iluminado.
El humano no es lo inteligente,
lo es solo lo circundante,
clama Heráclito. No valen aquí consideraciones geométricas que instalen al
sujeto en el centro radial del asunto. La
razón está ahí delante, me decía mi compañero filósofo en un viaje
compartido de LSD. -¡Enchúfate…!, señalaba
al horizonte aquí mediante antenas
digitales a modo de cuernos. Meses más tarde yo le narraba una brutal experiencia
psilocíbica en Amsterdam: ¡No sabía qué era yo, de tanto repetirlo! -Y él me asestó: ¡Ah! ¿Es que ahora ya lo sabes…?
Lo malo de decir yo
es que lo dice cualquiera.
Su ojo llameante vuelto hacia
el interior, escribió el
joven Nietzsche acerca de Heráclito. Una metáfora que yo mismo presencié en mis
años adolescentes en las incandescentes cenizas de un cigarro, tras una noche
extraña, alcohólica y meditativa. La única ocasión en la que he lamentado
largamente no saber dibujar. En otro pasaje, Nietzsche lo definirá también como
astro sin atmósfera, o como astro de su
propio sistema solar. Otra iluminación de pubertad que me sobrevino tras
una sobredosis de cafeína, la de un planeta desértico en la soledad infinita. Como
Jayyam y su amor exclusivo por la pureza de fuego de las estrellas. O
literalmente como aquel físico que aquella noche de paseo con su novia confesó
ser el único hombre en el universo que sabía cómo hacen para brillar termonuclearmente
durante eones.
Rasca en los envases del manifestante Fanes del brillo refulgente y fenoménico,
y gana la sorpresa que reside en lo que escamotea.
Pues por estar oculto en la
concha se convierte en perla / la gota que es misterio del corazón del mar, poetizó Omar Jayyam. Sin comentarios que no haya
oído ya largamente el propio mar.
En Julio incumplí mi promesa de releer a Julio
(Cortázar), pero nunca del todo en esta casa crecientemente estrecha por
tomada.
En el 2008 se derrumbó el techo recién construido
del Parlamento Europeo. Salvó a sus señorías el hecho estadístico de que solo
paran por allí apenas sesenta días al año, y pocas horas. Una metáfora
inapelable de lo que significa la espectral democracia europea.
Enorme nube negra sobre el mediterráneo que lo presagia más bien como próximo
mar muerto, hoy ya imperio de las medusas a costa del empobrecimiento
ecosistémico.
El hombre hace a la Historia, y
la Historia lo deshace a él, sentenció Cioran. Una metáfora
desenmarañadora cual Penélope apurando la vuelta al hogar de Ulises. Mucho
mejor que la de Agamenón, para solaz y alivio de su porquero, dónde va a parar.
Más asequible fundar un
imperio, incluso una filosofía, que una familia: de acuerdo con Cioran, pero disintiendo en obras.
Filósofos sobrehumanos, coincidieron el joven Nietzsche y el joven Colli,
su editor e intérprete póstumo del siglo XX, respecto a aquellos filósofos
presocráticos tallados en piedra
perdurable.
Arrastrar nubes a cada paso, más pesadas aún que el
plomo cerebral inducido por respetables recetas legales.
Si la vida es sueño, lo es de nuestros sueños: el cuento de Twain, el diccionario de Bierce, el magnífico Patas
arriba: La escuela de el mundo al revés del genial y humilde Galeano.
Abriéndome paso a machetazos
de palabras por la selva lacaniana, sopa
primordial de letras.
Quien no pueda pagarse el tratamiento a través de un
seguro privado, que aguante el palo de su enfermedad rara. Amén liberal.
Cita Zizek: Un
enemigo es alguien cuya historia no has escuchado. ¿Quizás Chomsky y él
mismo no se han escuchado lo suficiente…?
Disintiéndolo mucho, completamente de acuerdo con
cualquiera.
Cenizas de estrellas vivas.
De la mañana a la tarde, días distintos. Incluso vidas distintas.
La majestad de la verdad: pero
aquella conquistada mediante intuición, no la alcanzada escalando la cuerda de
la lógica, insiste
Nietzsche alcanzando a Heráclito mediante intuición.
A más metáforas psicóticas más oxímoron: mayor
encarcelamiento físico y químico en aras de la libertad. Similar a cuando el
Papa Ratzinger, hoy cesante pese al ritual milenario, llegó a las sandalias
del pescador de Loewe prometiendo combatir la dictadura del relativismo mediante el periclitado dogma medieval -rivalizando
de reojo con el éxito del Islam-. Un as del hallazgo zen bajo la casulla, este
ex-papa declarado entonces superintelectual por sus hoy infieles.
Monotonía del espacio breve y el largo tiempo del
corral psiquiátrico, hasta dejar un único camino posible hacia dentro.
El lenguaje apenas un trámite dinámico, según Giorgio Colli, quien en su severidad semántica,
rigor y desnudez sintácticas a la
presocrática lo emplea como tal para la inmensa minoría.
El ser y el no-ser indican posesión o privación de un nexo anclado a la inmediatez
irrepresentable, el fulcro inamovible. A eso mismo remiten la verdad o falsedad
metafísicas: anidar o no hacerlo en el
corazón que no tiembla de Parménides. (Filosofia de´ll espressione, G.
Colli).
Del sol que nunca se pone, cómo
esconderse. Es más, cómo
siquiera planteárselo con algún fundamento, lo que reafirma esa noción ilusoria
del no-ser en lo lingüístico, tanto para Parménides como para el sentenciador
Heráclito.
En los orígenes Dios se desperezó de un humor de mil
demonios, hasta que los expulsó sin llegar a extraerlos nunca de sí mismo -¿dónde los arrojaría si no?, se plantearía el místico Maimónides- proyectados hacia este mundo reflejo y sus sombras.
Según el gnosticismo cristiano original, los ángeles que vacilaron en tomar
partido por la divinidad absoluta aunque sin participar tampoco en la rebelión,
quedamos atrapados en esta forma humana. De nuevo la tesis de esta vida como
tránsito desmemoriado, impelido a recordar esforzadamente nuestra condición
inmortal mediante el conocimiento:
para llegar a fundirnos de nuevo con la mirada de la divinidad que viaja con
nosotros cual callado polizón. La otra opción ignorante, seguir deslizándonos
irreversiblemente hacia el pozo del pandemónium.
Dionisos se refleja ante el espejo y recibe su
reflejo fragmentado y caleidoscópico, en el que cada fragmento refleja a su vez
al dios en su unidad originaria dentro de
la resquebrajadura general. Los dados y otros portátiles del dios indican
el juego del dios-niño que destruye lúdicamente imperios de arena. ¿Y no
tratará eternamente de recomponer su propio puzzle, otro juego de aprendizaje infantil aunque más
propio de la terrible inteligencia apolínea? En cualquier caso, un juego que se
transmuta en violencia más o menos contenida o arrojada contra los frágiles
humanos. Lo mismo que la violencia entraña el juego: pensemos en la guerra como
pugna entre diversas estrategias en colisión. Así lo sintetizó Sun Tzu en su
legendario Arte de la guerra,
aproximadamente en la misma época en que nuestra Grecia arcaica desarrollaba el logos occidental como disputa agonística
entre sus pensadores y dialécticos primigenios. En medio de los Sanfermines reutilizaré la metáfora
colliana: dos cuernos del dilema cada uno de ellos con final trágico para el
razonador, atrapado en su telaraña mortal de contradicciones insolubles. El double bind de Bateson, el doble vínculo
contradictorio que este declaró generador esquizógeno por antonomasia. Y se
cierra el círculo sobre sí mismo en la tesis colliana de los vínculos hermanos
entre locura y sabiduría.
Eres el enigma que me resuelve, rezan las pantallas poéticas en Cádiz. Y cada vez
más resoluto y libre en la celda de por vida como la soldado Manning.
Ortega corrigiendo al cartesiano Malebranche: no
vemos la verdad a través de los ojos de la divinidad como ha pretendido en
general el racionalismo metafísico occidental, sino que es la divinidad la que
contempla el mundo a través de nuestros ojos. Nosotros somos el auténtico sensorium dei, que Newton atribuyera en
general a Espacio y Tiempo absolutos en los que según pensaba viajamos los humanos en
primera clase y el resto de seres en clase turista.
Bebía para olvidar que era alcohólico.
En ocasiones olvido que padezco alzheimer, y como apuntara Gómez de la Serna, me pongo a recordar
como un loco.
El rey entrante sustituye de puntillas al rey salido
de su padre. No llores por tu ingreso psiquiátrico paranoide, porque las
lágrimas y la TV1 no te permitirán escuchar los abucheos democráticos bajo el
balcón real del Palacio.
Donde la abdicación y sucesión van de todo menos despacio.
Locura no es que cualquier
desgraciado se crea o diga ser Napoleón -aclaraba Lacan el oscuro- sino que el propio Napoleón llegue a creerse Napoleón. O que
ciertos mamíferos superiores lleguen a creerse funcionarios, profesores de
filosofía o incluso grandes financieros, rezaba cierto poema cuyo autor olvidé
enseguida por un prurito de coherencia.
Karl Polanyi propone socialismo como economía consciente que oponer a las
reglas ciegas del beneficio acumulador capitalista que nos embocan hacia el
desastre apocalíptico. Y hay mucho rigor en sus planteamientos, a partir de La gran transformación: ese disolvente de solidaridades sociales, hoy en
fase aguda digital que diagnostica el excelente Rendueles, su comentarista español, en su reciente Sociofobia.
Qué bien vienen para el colonialismo israelí estas
campañas en Gaza ante el indiferente sobrecogimiento de la autoproclamada comunidad internacional. Finalmente sí parece que Yahvé juegue a los dados trucados, muy al
pesar de ese judío socialista que fue Einstein, y expresidente del país antes
de llegar a serlo nunca. Porque lo realmente incomprensible de este hostigante
universo es que resulte tan dolorosamente comprensible.
Solo brillamos por nuestra ausencia.
Ahora que caigo: Lichtenberg de ocasión.
El infierno, no solo el cielo, en la nube.
Qué clase de atrocidades psicoactivas, nihilistas y
surreales, tan barrocamente afines a lo monstruoso son hoy los dibujos
infantiles –señal inequívoca de que me hago viejo y ciego generacional.
Stephen Hawking ha demostrado ser un bluff como analista futbolístico este mundial. O era una burla suya, o si se ha creído su papel ello enseña que nadie es inmune a la estupidez que Einstein describiera, esta vez con certeza, como inagotable.
Protejamos el corazón de nuestro lavavajillas, o
apaguemos la tele de una vez por todas.
¿Y a cuántas dosis psiquiátricas hubieran obligado a Heráclito el
lanzador de enigmas con su arco apolíneo? Lo cierto es que optó por enterrar su
hidropesía en el fango, de ahí su obsesión toda su vida con la sequedad del
fuego frente a la esclavitud húmeda de los cuerpos.
Mundo como floración
expresiva, y solo los muertos gozan del privilegio de alimentarse
directamente de la raíz, en lugar de conformarse con sus frutos.
El logos
separado de todo, firmó de nuevo Heráclito. Propiedad de ninguno, así que si me
otorgas la razón alguna vez lo honrado es devolvértela en cualquier otra
ocasión, porque sobrevuela nuestras cabezas y apenas aterriza un rato en este
mundo fangoso y húmedo nuestro.
Una golondrina no hace verano, y menos aún en medio
de este veloz cambio climático.
Escribió García Calvo que la negación que conlleva el concepto irracional es precisamente el mecanismo
original formativo de la razón.
Privilegios socioculturales recién adquiridos de la
locura, ante el miedo o la desconfianza a mi paso: pero también el aguzar oídos
ante las palabras que me hablan cuando hablo, tan posmodernamente.
La póstuma Voluntad
de poder, fragmentaria pero considerada por Heidegger el peristilo de la arquitectura metafísica
nietzscheana.
La existencia psiquiátrica de cerebro algodonoso. Pero
como hiperactivo sin diagnosticar –se sospecha el médico- los neurolépticos no
logran domarlo sino acaso relajarlo. Sigue sin ser ese cuerpo sin alma que Spinoza atribuía a ebrios, niños o locos. No
más de lo habitual cuando se engrasaba a diario con el haschish.
Sigo de camino a Fragmentaria,
la tierra natal de los filósofos rotos. Humanos fragmentados que escriben
novelas o ensayos en tomos, y humanos enteros, íntegros que se destilan en
fragmentos.
Series convergentes y divergentes, formativas de
objetos primeros y conceptos segundos desde la inmediatez de lo real palpitante,
y el sujeto ilusión de esos objetos cristalizados, a veces caramelizados.
Se buscan nuevas filosofías de los tiempos enredados
en la información de las redes. Vivas o
muertas.
La luna llena enorme de encargo, y luego la luna
roída en forma de daga turca con que segarme la cabeza, tras exprimírmela
mediante tortura y drogas.
Adivino implica ya en su raíz a la divinidad misma.
Imaginen a un oracular fabricando una novela,
trenzando a conciencia un best-seller. Si no lo logran es porque es imposible.
Como la ebriedad de Jayyam, sigue tratándose de respirar más allá de mí
mismo. El entusiasmo auténtico como posesión divina, etimológicamente.
Palmeras vigilantes del mar, cuidad de mis pasos
flotantes.
Día tan esplendoroso que los pájaros prefieren
limitarse a sobrevolar porque ya canta armonioso y feliz por sí mismo.
Las tretas y recursos literarios: procuro usar casi
todas habiendo olvidado sus nombres desde el bachillerato.
García Márquez, Vivir para contarla. A contrapelo de la mayoría que se limita a contar para
vivirla.
Política española: el baile de San Vito Corleone.
El doble, triple, óctuple o n-tuple sentido de cuanto vivimos y decimos, sin sospecharlo nosotros. Es entonces cuando la palabra es sagrada. Porque creen como los dormidos vivir en su mundo privado, en lugar de despertar a una realidad única y común.
Zenon o Heráclito del hablar doble o triple, especialistas generales de los múltiples sentidos del enigma divino. Lo mismo respecto a todos los textos o herencias orales sagradas de todas las religiones y sabidurías milenarias. Todo cristaliza poliédricamente en el lenguaje oracular, poético o amoroso, que asoma como rabo juguetón y cruel escorpión de lo inabarcable.
Zenon o Heráclito del hablar doble o triple, especialistas generales de los múltiples sentidos del enigma divino. Lo mismo respecto a todos los textos o herencias orales sagradas de todas las religiones y sabidurías milenarias. Todo cristaliza poliédricamente en el lenguaje oracular, poético o amoroso, que asoma como rabo juguetón y cruel escorpión de lo inabarcable.
Que hablan sin ungüento, aluden y sugieren sin decir, siempre por determinar. La boca delirante de la pitia, los múltiples sentidos del oráculo sin que hagamos pie de una sola vez en lo profundo, nos retrotrae el pasado hacia el presente resbaladizo hasta la inexistencia, para revelarnos el futuro visto para sentencia.
El pasado crecientemente enriquecido y supervitaminado: la retroalimentación mística a la que apunta el filósofo catalán Salvador Paniker. Porque cada nuevo ayer es a su vez un nuevo mañana.
El pensar cuántico de las superposiciones, ajedrez multidimensional de las diversas historias posibles.
El sentido del eterno retorno de lo mismo nietzscheano, el viejo Ouroboros de la vida alimentándose eternamente de sí misma. El Sub Especie Aeternitatis de Spinoza de vuelta cuando nosotros vamos, como ingenuos pioneros. La multidimensionalidad desde la que el tiempo se percibe de una vez dado para siempre. Pese a su irreversibilidad creadora de novedad incesante, según lo percibimos los humanos inmersos en él y lo corrobora la teoría del caos. ¿O el universo evolutivo ya ha sido eternamente, y como señalan el budismo e incluso Platón, vivirlo ya es recordarlo?
Sus lecturas apasionadas de autodidacta y diletante le sugieren que si cronometrara conjuntamente lapsos de silencio con el de esas discotecas rodantes que irrumpen a cada rato por la curva de su calle bajo el ruinoso balcón, todo ello delinearía algún patrón fractal, desvelaría algún tipo de ecuación no-lineal en sus resortes, compilaría el azar meneando reglas auto-iterativas en medio de la noche sagrada.
En medio de todo, su propia iluminación mística. De qué se reirán tan estentóreas estas gaviotas de la madrugada, se pregunta sobresaltado.
En medio de todo, su propia iluminación mística. De qué se reirán tan estentóreas estas gaviotas de la madrugada, se pregunta sobresaltado.
Llegó a creerse tan irresistiblemente atractivo como luego ridículo con los años. Otra medida significativa de cómo todo está interconectado en nosotros mismos. Casanova es el rey, Maquiavelo la ley, escribe Sabina.
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